El 26 de abril de 1986 sucedió el accidente nuclear considerado uno de los mayores desastres medioambientales de la historia, junto con el accidente nuclear de Fukushima en 2011. La explosión del cuarto reactor de la Central Nuclear de Chernobyl se produjo mientras se llevaba a cabo a una prueba. El reactor que contenía dióxido de uranio y otros compuestos radioactivos explotó emitiendo una gigantesca nube tóxica que se extendió por toda Europa a causa del viento. Durante los primeros diez días se evacuó a 130.000 personas y hubo 200.000 muertos en Bielorrusia, Rusia y Ucrania.
Las consecuencias de la tragedia se miden, no solo por el número de muertos, sino por las terribles secuelas que todavía permanecen. Durante diez generaciones, existe riesgo de que las futuras generaciones de los supervivientes padezcan deficiencias genéticas. Hasta dentro de nueve siglos, la zona afectada no podrá volver a ser habitada por el hombre.